martes, septiembre 10, 2013

SUEÑOS IMPOSIBLES, POR RICARDO LUIS PLAUL.





SUEÑOS IMPOSIBLES
"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los garbanzos, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales".
Bertold Brecht

En Argentina, el analfabeto político repite acríticamente lo que desde las usinas del Poder económico concentrado se elabora, distribuyen lo loros del periodismo cipayo a través de los medios de comunicación hegemónicos y vociferan desde sus tribunas los  políticos expertos en saqueos y/o pronósticos catastróficos, los dirigentes gremiales (que no trabajaron más de dos años en su vida en el área de  trabajo al que como representantes dicen pertenecer) y los  gurúes económicos del Establishment.
En Argentina, el analfabeto político reclama el diálogo y el consenso mientras llama “psicópata bipolar” a la presidenta más capacitada e intelectualmente brillante que hemos tenido en 200 años.
En Argentina, el analfabeto político habla de la tremenda crisis económica que llevará al país al abismo, (olvidándose del abismo económico e institucional del que nos rescató este gobierno en 2003)al volver de Europa o EEUU donde viaja todos los años (quejándose del “cepo cambiario) y paga las cuotas fijas y en pesos de su cero kilómetro o de su departamento a estrenar.
En Argentina, el analfabeto político se queja de la inseguridad, pide mano dura y se queja de los jueces que dejan que los delincuentes entren por una puerta y salgan por otra, pero se opone a la democratización del Poder Judicial.
En Argentina, el analfabeto político se queja de la falta de “libertad de expresión” cuando en cualquier medio y desde cualquier plaza se puede mentir descaradamente, difamar, insultar, calumniar, desinformar, etc. sin que haya absolutamente ninguna consecuencia. Dice que “hay que cumplir la ley” pero es un abanderado  en la defensa del multimedios que más la ha incumplido y que trata por todos los medios de obstruir las leyes sancionadas mayoritariamente por el Congreso Nacional.
Esto también se relaciona con  aquellos analfabetos políticos  o malintencionados que desde los medios dicen tener “miedo” cuando jamás alzaron su voz sino que fueron cómplices de los delitos de lesa humanidad durante la dictadura cívico-militar. Afirman no haber tenido miedo y que había seguridad  en esos años en que miles de argentinos desaparecían, eran torturados y asesinados.
En la Argentina, el analfabeto político denosta a la educación pública y habla pestes de su calidad  y elogia las  supuestas glorias pasadas de la escuela pública. Por lo general no basa su juicio en ninguna investigación seria de origen nacional ( no de aquellas que responden a intereses y realidades  que no son los de nuestro país y que emanan de organismos internacionales) ni conocen más de dos o tres escuelas del conurbano bonaerense y olvidan  que el país no termina en la Gral. Paz. Todo esto mientras envían a sus hijos a escuelas privadas que sí reproducen la ideología individualista, egoísta y competitiva de las clases dominantes. Parece ignorar la creación de más de dos mil escuelas públicas, la entrega masiva de computadoras, la creación de nueve universidades nacionales (donde más de un 70% de alumnos es la primera generación familiar que asiste a una universidad), la repatriación de mil científicos, la reapertura de las escuelas técnicas, el aumento del presupuesto educativo del 2% a más del 6%, la creación del Polo científico- tecnológico. Le aterra la denominación de “trabajadores de la educación”, que  los docentes asumimos con orgullo, porque desprecian y subestiman a los trabajadores. Le recordamos que estos trabajadores fuimos casi la última trinchera de lucha contra la destrucción del sistema público de educación en la década de los noventa, que algunos se atreven a reivindicar.
El analfabeto político es un militante de la anti-política y dice que la política y los políticos son todos una materia fecal pero llegada la hora de votar inevitablemente inclina su elección a la derecha más reaccionaria que ineludiblemente termina perjudicándolo a él mismo con sus políticas de ajuste, flexibilización y precarización  laboral, desempleo , deterioro del presupuesto educativo y de salud, endeudamiento externo, devaluación de la moneda nacional y deterioro consecuente del salario, privatizaciones y todo el repertorio de políticas neoliberales que hoy llevan al desastre a la Eurozona bajo el imperio de los organismos internacionales, las transnacionales y la banca extranjera.
El analfabeto político se dice democrático y progresista pero rechaza todos los avances en la ampliación de derechos logrados durante los últimos diez años y se alegra cuando sus representantes (huérfanos de otras propuestas políticas) prometen derogarlas.
El analfabeto político desprecia a los sectores populares. Los “negros”, los “monchos”, los “villeros” son sucios, feos y malos. Utiliza categorías psicológicas lambrosianas, superadas hace muchos años y falsea ideas psicoanalistas para demostrar los “bajos instintos” que impulsan hacia la violencia de los pobres. Ignora olímpicamente,  con una actitud racista, xenófaba y clasista,  la violencia que el sistema capitalista genocida descarga diariamente sobre los sectores a los que excluye intencionalmente.
Afortunadamente quienes alguna vez, en la noche negra de la dictadura y en los posteriores años del neoliberalismo menemista y radical, creímos que la mayoría de nuestros sueños de un país más justo, solidario e igualitario eran una utopía imposible hoy comenzamos a ver su realización. Estos sueños no se derrumban en unas PASO, como piensan los enemigos del pueblo, porque viven en el corazón y en la militancia de miles de jóvenes que han recogido la antorcha de la política como construcción de un Proyecto Político Latinoamericanista, Revolucionario, Democrático y Popular. Para ello se organizan, participan activamente  y se forman solidariamente. En ellos se deposita nuestra esperanza, con la Memoria de nuestro proceso histórico, la lectura crítica del presente y la formulación, la ejecución y la evaluación de proyectos alternativos.

RICARDO LUIS PLAUL

2 comentarios:

  1. Fin de fiesta
    Por: Martín Caparrós | 09 de septiembre de 2013

    Qué raro ser kirchnerista en estos días. Los escucho, los leo, los imagino: debe ser muy raro.
    El problema no es que tengan que defender desde el antiimperialismo los contratos con la Chevron, ni desde el indigenismo la represión a los indios, desde el garantismo la imputabilidad de los chicos de 14, desde los derechos humanos la ley antiterrorista el espionaje militar la recuperación del ejército, desde la democracia a Insfrán Gioja Sapag Hadad Manzano, desde la izquierda a Daniel Scioli o Guillermo Moreno o Néstor Kirchner, desde la verdad la pavada del Indec, desde el peronismo la diáspora sindical, desde el populismo la inflación o el crecimiento de las villas o los asesinatos ferroviarios o los engaños a los jubilados, desde la independencia económica la dependencia energética.
    Eso no es tan grave: ya se habían acostumbrado. Siempre podían decir que era lo que había votado el 54 por ciento o cualquier otro argumento patotero, de esos que creen que anulan la necesidad de argumentos. Y, sobre todo: lo hacían con la convicción de que servía para el futuro: con el espíritu teleológico de cualquier buena militancia. Ahora, en cambio.
    * * *

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  2. Es raro haber sido de "izquierda" y ponerse en la vereda de la derecha señalando sólo las contradicciones y errores del kirchnerismo sin ver los logros evidentes no sólo en el terreno de los DDHH sino en el desarrollo de todo lo público que le da , sobre todo a los sectores populares, una mayor dignidad de vida.

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