Todos los países que han alcanzado enormes desarrollos, lo
hicieron protegiendo sus industrias y el poder adquisitivo de sus trabajadores;
esto no indica que se aislaron del mundo, todo lo contrario, se articulan al
mercado mundial con una estrategia de complementariedad, que acelere el
desarrollo endógeno.
Celebramos, la actitud y declaraciones de nuestra
presidenta, al plantear, que un acuerdo con la UE, solamente es posible en la
medida que no afecte nuestro crecimiento, considerando las premisas emergentes
de la crisis y las asimetrías existentes entre ambos bloques.
En este marco, un tratado de libre comercio con la UE, es
totalmente inviable o de un alcance absolutamente restringido, donde el título
del mismo no pasaría de un acuerdo comercial de intercambio. La manifestación
de Merkel, “Nadie puede pensar que la mejor manera de superar la crisis es el
proteccionismo”; señala sin ambigüedades, que la pretensión de Europa, es
volcar productos manufacturados sobre nuestras economías.
Las ventajas competitivas de nuestra América frente a la UE,
se centran en el sector primario y en salarios que apenas alcanzan un tercio
del poder adquisitivo que poseen los trabajadores europeos. En el sector
primario el universo se restringe al universo extractivo minero y energético y
algunos productos del sector agrario. Hay que tener presente que la UE, alcanzó
el autoabastecimiento hacia fines de los noventa, de su sector agrícola con
altísimas productividades a partir del desarrollo de su sector industrial y la
consiguiente aplicación tecnológica sobre el sector; donde los únicos productos
competitivos son aquellos de explotación extensiva de la tierra y de
condiciones ambientales.
Los salarios que pueden observarse como ventaja competitiva,
conjuntamente con los recursos energéticos para el sector manufacturero de
nuestra América, merece un análisis por separado. Si el objetivo político es la
integración de America Latina y el Caribe, desde un marco de desarrollo que
mejore las calidades de vida de nuestros pueblos, utilizar el salario como
ventaja comparativa, es debilitar el consumo interno y colocarle un corset
sobre el poder adquisitivo al sector de trabajadores, que produce para el
mercado europeo; donde esta asimetría, presionará los salarios a la baja en
Europa; por lo que, los únicos beneficiados por esta ventaja comparativa o
asimetría serán las grandes corporaciones.
Por otra parte los recursos no renovables, sobre los que
tenemos ventajas comparativas, (minería, petróleo); si se destinan a una
manufactura exportadora, se limita su uso, para la potencialidad que posee
nuestra América, en satisfacer la enorme cantidad de consumos postergados que
alcanza a 500 millones de habitantes. El intercambio se realiza entre sujetos
privados, que son corporaciones, donde el flujo de capitales, que generan los
saldos exportables, está en estrategias globales, que no garantizan la
formación de Capital en nuestra estructura económica.
Cuando se analiza, las ventajas comparativas de la UE, sobre
la estructura económica de América Latina, vemos que las mismas se centran
sobre el sector manufacturero y de transportes. En el primero por aplicaciones
tecnológicas con productividades altísimas y el segundo, (resultado del
primero), que va desde el desplazamiento de cargas internos, con sistemas
multimodales de transporte, altamente competitivos, hasta los desplazamientos
marítimos.
En estas condiciones, los bienes manufacturados, que se
producen en ambos bloques, además de la asimetría en salarios ya mencionada,
existe la del párrafo anterior y la ventaja para la UE, que todo el flujo
comercial, se realizaría con su sistema naviero. Esto implicaría destrozar el
incipiente proceso de industrialización y el potencial de aplicaciones
tecnológicas que posee nuestra América; como también renunciar a desarrollos
autónomos de la manufactura que hoy no producimos.
En un mundo multipolar, abrir las fronteras a la circulación
de bienes y capitales, entre dos bloques con las asimetrías señaladas, es un
suicidio; la complementariedad con la UE en términos de máquinas-herramientas
que pueden aportar, a cambio de recursos naturales; tenemos en China, Rusia o
India a un menor costo, con transferencias tecnológicas y con mayores
posibilidades de agregación de trabajo sobre nuestros saldos exportables.
La naturaleza de la crisis en la UE, deviene de su proceso
de integración, donde el sistema monetario no refleja las productividades de
cada formación nacional y una acumulación de capital en las economías más
dinámicas, que no se puede reproducir de manera ampliada con una renta
constante, en la economía real.
Esto debiera servir como experiencia para la integración de
nuestra América, donde no sólo tenemos actuar como bloque para articularnos al
mercado mundial a través de multinacionales, sino que se requiere asumir el
desafío de desplegar en cada formación nacional una estructura económica que
satisfaga los consumos y calidades de vida de nuestros pueblos, a partir de
ello se puede generar la unificación de políticas fiscales, aduaneras y la
moneda propia; y no al revés como lo hizo la UE. En ello se debe tener presente
que Argentina, Brasil y México, complementados, poseen el absoluto manejo de la
frontera tecnológica existente.
La otra cuestión, no menor, es la política internacional de
saqueo que viene desplegando este bloque sobre medio oriente y África; las
presiones que hoy ejercen sobre la soberanía Iraní y su alineación irrestricta
a la elite del poder, que controla la rotación de capital desde Wall Street.
Este saqueo, se amplía a la territorialidad establecida en el proyecto de la
Nueva Constitución de la UE, reconociendo los territorios bajo dominio de los
estados integrantes, como territorio de la UE, por consiguiente incorporando la
islas Malvinas, como parte de su territorio y con reclamos antárticos y dominio
de nuestro mar continental.
Es imprescindible, que el dialogo con la UE, y sus
pretensiones de libre comercio, se incorporen a los debates políticos en
nuestros pueblos, y desde ellos se construya el suficiente consenso, para que
expresiones como las de Merkel, pongan en evidencia, que no representa a los
pueblos de europa, sino a las multinacionales y el sistema financiero
internacional.
En el camino los miembros del bloque europeo no pierden
oportunidad de cerrar acuerdos bilaterales con gobiernos cipayos como el de
Piñeira o Santos; en este sentido la unión política de Latinoamérica debe ser
un tema de urgente incorporación en la agenda de integración, y el debate de
nuestros pueblos, de lo contrario la integración siempre estará condicionada
por buenos negocios de las corporaciones; desde una integración política, se
diseñan los instrumentos financieros, monetarios, de defensa y desarrollo de
nuestra América, imposibles de alcanzarlos en un marco de integración
económica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario