jueves, septiembre 16, 2010

"Perdónalo Señor, no es el que conocí", por Raúl Armendariz

CARTA ABIERTA A NOBO@CLARIN.COM
 
Cuando alguien de la talla de Eduardo VAN DER KOOY nos compara con un "animal que excava en el suelo con el fin de crear un espacio adecuado para habitar o refugiarse temporalmente" no hace sino demostrar su ignorancia supina sobre la naturaleza, pero también su nula creencia en la Democracia como forma de convivencia.
 
En realidad no reconozco, en este apellido más pro nazi leal al Holocausto que a otra cosa, al Tita que conocí en la Secundaria, en el Colegio Nacional No. 7 Juan Martín de Pueyrredón, al que entonces apodamos así por su locuacidad verborrágica, pero que hoy me suena más a esa golosina fácil de deglutir pero más fácil aún de comercializar.
 
Su pretendida discriminación para con nuestro conductor Luis D´ELIA me genera dudas sobre su accionar durante el proceso militar más nefasto de nuestra historia, al cual llegó con casi 25 años y muchas ambiciones periodísticas de acuerdo al año de nuestro viaje estudiantil, allá por enero de 1971, donde el mismo negro Villarreal, al que supo criticar hace pocos años por su relación con Julián Licastro, vio afectado su viaje por el perro que lo mordiera antes del mismo. Ahora entiendo por que le molestaba la actitud de Quique.
 
Todo cambia en la vida, y así como en los 90 llegué a felicitarlo por su análisis político, hoy me averguenzo sinceramente de haberlo tenido como vecino de banco.
 
Aún así no puedo negar su locuacidad y verborragia, producto evidente de la sociedad que lo une a Magnetto, convirtiéndolo hoy en una de las balas del arma con que ese Grupo apunta a la cabeza de todo/as lo/as argentino/as y, para colmo, orgulloso seguramente de ser de Mercurio, como para hacer mucho más daño que el Plomo.
 
No entiende que somos miles en la madriguera de Luis que pugnamos por salir del lugar adonde él y su casta nos mandaron, rogándole al Señor lo perdone, para que viva en carne propia hasta el último día de su seguramente larga vida el escarnio, sufrimiento y humillación (¿se acuerdan del Alte. Isaac F. Rojas?)  a la que nos empujaron.
Pero también le rogamos al Señor por él, porque cuando Magnetto le suelte la mano, y no falta mucho a sabiendas que el Mercurio es mucho más pesado que el Plomo, sólo él podrá tenerle la compasión necesaria como para ayudarlo.
Hoy escuchamos su MUERA LA ANGIOPLASTIA, que supongo celebró con espumante y se atragantó, por lo que me permito expresarle mi más profundo repudio personal y político, considerando su accionar como rémora para toda nuestra sociedad, como la escoria que ningún pueblo merece.
 
RAÚL ARMENDARIZ JUNTO A LA PRENSA EN MERLO/

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