Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en Buenos Aires Económico - BAE) En un artículo titulado “Kirchner, Ben Stiller y la juventud como actor político”, José Natanson aconsejaba al gobierno nacional “atender las necesidades de una juventud partida (entre la clase media y la baja) y registrar la politización de un sector de los jóvenes”. Del consejo que el politólogo daba se podía deducir dos ejes de la política juvenil. 1) La juventud como objeto de la gestión estatal y 2) la juventud como sujeto político, como espacio militante.
En cuanto al primer inciso, Natanson señalaba el atraso estatal en cuestiones vinculadas con la vivienda propia, el acceso de sectores populares a la universidad y la salud reproductiva, entre otros. El académico no matizaba con las medidas que el gobierno sí ha tomado en cuanto a becas educativas en los tres niveles, netbooks, inversión en infraestructura universitaria y subsidios a padres jóvenes con empleos informales (por caso, la misma Asignación Universal por Hijo funciona de esa manera).
Tampoco enmarcaba algunos problemas en la dimensión que le corresponde. El asunto de la vivienda es de tal complejidad que es uno de los elementos responsables de la actual crisis económica mundial. En cualquier caso, el ánimo contemporizador de la nota, permitía vislumbrar las causas de estos claroscuros en un segundo eje. Esto es: en el rol de la juventud como sujeto político, tanto en la gestión estatal como en la conformación de fuerzas sociales que sustenten dichas medidas.
En el campo de la construcción militante, los esfuerzos denodados de compañeros como Juan Cabandié (JP), Andrés Larroque (La Cámpora), José Ottavis (JP Buenos Aires), Federico Martelli (MUP), Gildo Onorato (ex responsable de la JP Evita) y otros más, continúan chocando contra un sistema político que alienta la atomización y la confrontación endógena en detrimento de salir a comprometer otros jóvenes y proponer programas de gestión específicos.
Así los jóvenes se han visto obligados a apostar sus suertes sobre un sistema político de gran complejidad de actores e intereses. La frustración consecuente cala hondo en los sectores con menos experiencia y en el interior del país, donde la presión conservadora es aún mayor.
El rol militante de la juventud, su vocación, compromiso, altura y expectativa moral lo transforman en un actor central de cara a la recuperación de imagen y legitimidad del kirchnerismo. Acaso por ello, Néstor Kirchner decidió meterse en el centro del dispositivo.
El punto de inflexión fue el acto que la Juventud Sindical organizó en el Luna Park el 23 de agosto. El tradicional estadio rebozaba de mística. En su palco, además de buena parte de la referencialidad obrera, estaban muchos de los dirigentes mencionados y otros como Mariano Recalde (titular de Aerolíneas Argentinas) y Leo Grosso (JP Evita). Todos unificados por un discurso clasista, enérgico como el que dio Facundo Moyano. No es difícil prever que Kirchner haya vislumbrado allí mismo una juventud unificada, ideologizada, capaz de protagonizar la campaña de 2011. No es casualidad. Facundo es hoy la cristalización acabada de tres fenómenos identitarios del campo nacional y popular. Tiene poderosos vínculos con la CGT, cultiva relaciones con los organismos de Derechos Humanos y es joven: 25 años. Muchos creen que él sintetiza a quienes se insertaron por primera vez en el mercado laboral durante la reactivación pos-2003.
En este marco, Kirchner impulsó un acto junto a múltiples expresiones militantes para hoy, en el Luna Park, donde se descuenta una concurrencia masiva y alborozada. Probablemente, al titular del justicialismo, sus médicos no le permitan asistir. Eso no modifica mucho: hay una decisión de relanzar el espacio de la juventud. (Agencia Paco Urondo)
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