Pablo se levantó ese miércoles como todos los días para ir a trabajar. Es fotógrafo del Hospital Evita de Lanús y el encargado de cuidar los espacios verdes. Ese día iba a cortar el pasto y arreglar unos canteros que estaban desprolijos después de tantos días de lluvia. Llevó la cámara pero le agregó un lente más porque después del trabajo iba a cubrir la marcha en defensa de los jubilados. Se preparó la mochila y puso el jogging de Independiente. Quería ir con los colores de su club.
Le costó muchísimo poder tener una cámara tan buena, se la pudo comprar a uno de los fotoperiodistas argentinos que más admiraba, trabajó duro para tenerla. La cuidaba como si fuera una extensión de su cuerpo.
Ese día acababa de llegar, pero la represión había empezado muy temprano. Antes aún de que llegara el grueso de los manifestantes.
La orden era impedir que se realizara. Que puedan verse las imágenes de hinchas de diversos clubes, todos mezclados con sus camisetas, solidarizándose con los jubilados. Una imagen poderosa, contagiosa. Una imagen que se iba a propagar como mancha de aceite en un país que se va cansando de ser maltratado.
Y es que "hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados” como dijo Diego.
Pablo observó la escena, el fuego prendido, la policía a lo lejos tirando gases y el congreso detrás. Estaba todo en una misma línea. Se acercó agachado, cuidadoso, para tomar la imagen.
Solo sacó cinco fotos ese día.
Lo subieron rápido a una camilla improvisada, un médico lo atendió de urgencia y unas manos amorosas le acomodaron la cámara sobre su pecho.
Su mano sobre la cámara, cuidándola. Abrazándola.
Nosotros te abrazamos a vos Pablo.
Foto de Leandro Teysseire
Congreso de la Nación, 12 de marzo de 2025.
(Este es un texto ficcional a partir de datos verídicos)
Cora Gamarnik.
Del muro de Héctor Sosa, editor de Motor Económico.
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