Cuando ella habla se despierta la música y se desperezan los sentidos.
Cuando ella habla se nos acomoda el alma en un rincón del infinito.
Y mientras los caranchos aprietan la furia con sus garras, se nos humedecen los ojos con el rocío de sus palabras.
Siempre algo feo muere y siempre algo nuevo nace simplemente porque ella habla.
Por eso tantos le temen y por eso tantos la aman.
Cuando ella habla nos mejora el día, se detiene el tiempo, se evaporan los fantasmas. No hay lugar para lo oscuro frente a la luz de su palabra.
Cuando ella habla no nos queda más remedio que volver a ser felices, nos abraza a cada uno, nos libera y nos calma.
Son tantas cosas las que pasan, simplemente, cuando ella habla.
Alejandro Ippolito
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