Miles de jujeños, vestidos con ropajes de época, a caballo, caminando o en carretas renovaron ayer el profundo sentir de sus antepasados, al participar de la marcha evocativa del Exodo Jujeño, que cumple 200 años.
Télam, por Cecilia Aldini
La marcha arrancó en el acceso sur de la ciudad y terminó en el Puente Gorriti sobre el Rio Xbi Xbi o Rio Chico, donde se realizó la quema de las casitas, símbolo del momento en que el pueblo debió dejar tierra arrasada al paso de los ejércitos realistas.
Como entonces, apenas llegó el ocaso, miles de hombres, mujeres, mayores y niños, sumidos en una honda congoja y en un silencio apabullante, cubrieron el recorrido y reprodujeron el tiempo en que el pueblo de Jujuy, hoy conocida como la "tacita de plata", se puso la patria al hombro y caminó.
La Federación Gaucha de Jujuy, pilar fundamental de esta evocación, sumó unos 2.000 gauchos a la marcha que arrancó poco después de las 20 y se convirtió a medida que avanzaba en una lenta y desprolija pueblada, con sus carros cargando grandes bultos, y sus vacas, llamas y gallinas.
Darío Alarcón, vicepresidente de esa Federación que reúne a 106 agrupaciones, instituciones y fortines repartidos por la provincia, dijo a Télam que es "una oportunidad que nos sirve para resignificar la construcción permanente de nuestra identidad cultural".
Para Alarcón, "el gaucho es el constructor permanente de la identidad del pueblo, que necesita de ella para sentirse bendecido no solo por actos de heroísmo, sino por la gracia divina y el reconocimiento de su historia".
Hoy como ayer, miles de puneños y quebradeños caminaron vestidos con sus trajes de época: con sus ponchos y sus chulos (gorros con orejeras) o sus trajes de gaucho, algunos de a pie y otros a caballo, y las mujeres, como paisanas, con sus polleras y sus sombreros de ala.
Junto a ellos, cientos de viejos, de poncho y sombrero, arrastraron sus pies, al igual que las guaguas con sus sombreritos de paño o de lana de oveja -los ovejudos-, cargaban sus ataditos.
Cuando la gruesa columna llegó a Puente Gorriti, "el general" leyó el bando que obligó, hace 200 años -el 25 de mayo de 1812-, a abandonar esas tierras.
En uno de sus tramos decía: "Que serán tenidos por traidores a la patria todos los que a mi primera orden no estuvieran prontos a marchar y no lo efectúen con la mayor escrupulosidad, de la clase y condición que fuesen".
Después de la lectura del bando histórico de Manuel Belgrano que permitió la gesta popular y posteriormente los triunfos de Tucumán y Salta, comenzó la quema de las casas, hechas de paja y caña seca, que se dispusieron en el lecho del río.
El momento de mayor intensidad ocurrió cuando, bajo el cielo de Jujuy, la luz enceguecedora de las llamaradas iluminaron los rostros de cada uno: de los que marcharon y del público, que se acercó a presenciar el acto más impactante de estos festejos.
Hace 200 años, solo las paredes de adobe de las casas quedaron; el fuego se llevó todo lo demás.
La finalidad del éxodo fue dejar desabastecida la ciudad para el español. Hoy los jujeños palpitaron ese hecho doloroso, acaso el más doloroso que les tocó vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario