“Es hora de pasar de las propuestas a los hechos concretos”. Son palabras de Cristina ante los cancilleres presentes en la Cumbre de países de América Latina, Asia del Este y Oceanía, reunidos recientemente en Buenos Aires para coordinar acciones frente a la agudización de la crisis del neoliberalismo. El conjunto de estas naciones representa al 30% de la economía mundial, el 40% de su población y el 40% del intercambio comercial del mundo. Ahí estaban presentes ocho de los países que integran el G-20. Resolvieron trabajar por una reforma del sistema monetario internacional, la regulación de los mercados financieros y los urgentes cambios en la ONU y su Consejo de Seguridad.
Un día antes, los cancilleres de la UNASUR acordaron –también en Buenos Aires- avanzar en los lineamientos trazados por el flamante Consejo de Economía y Finanzas del bloque regional, que incluye la desdolarización del comercio entre los países, la coordinación para el uso de las reservas monetarias ante las turbulencias de la crisis, y el lanzamiento sin más demoras del Banco del Sur, que posibilitará la concreción de obras de infraestructura y desarrollo concebidas continentalmente, un hecho realmente inédito en nuestra historia. Al cierre de esta edición, la Cámara de Diputados de nuestro país aprobó por unanimidad la incorporación de la Argentina al banco regional, lo que constituye un paso estratégico, otro más, en el proceso de integración de América Latina.
Estos avances estructurales, latinoamericanistas y antimperialistas, también refrendados masivamente en las primarias del 14 de agosto, son un pilar fundamental del Proyecto Nacional y Popular que se inició en el 2003. Frente a la posibilidad concreta de que el triunfo aplastante en las PASO se consolide en octubre -o sea incluso mayor-, el establishment comenzó a alertar sobre “los riesgos de la profundización del modelo”, y si esto implicará una "radicalización hacia el populismo para apropiarse de factores de renta importante", como afirma un editorial de La Nación de días pasados. Advierten que ese es el límite. Agregan a su pliego “la posibilidad de avanzar hacia una nacionalización de los depósitos bancarios, una estatización del comercio exterior, una recreación de la Junta Nacional de Granos o una estatización de las obras sociales a las que aportan los trabajadores.” Como otras veces, pretenden generar pánico en busca de algún tipo de reacción.
Más allá de las elucubraciones, lo cierto es que el resultado electoral obliga a la derecha a explorar nuevos caminos para enfrentar la decisión de la Presidenta de profundizar los cambios en la Argentina, concientes de la enorme debilidad que golpea hoy a la oposición en su conjunto. Es por eso que se plantean el dilema de si deben “confrontar o influir” respecto a un próximo mandato presidencial. Ahí es donde aparecen sectores de mayor agresividad y otros que sugieren “condicionar desde adentro”, o proponen un Pacto de la Moncloa, que es una florida forma de neutralizar cualquier posibilidad de avance para las grandes mayorías.
Mientras deshojan la margarita, Cristina presenta medidas de carácter estructural como lo es el Plan Estratégico Agroalimentario, que pone en el centro del debate el tema de la tenencia y concentración de la tierra. El PEA se propone crear 100 mil nuevos productores en los próximos 10 años, dar un rol protagónico a las cooperativas y disminuir la influencia predominante de la soja en la producción agropecuaria, que es sostenida por un complejo entramado de monopolios locales con multinacionales extranjeras, objetivamente afectados por este plan. Este anuncio entronca con la iniciativa de sancionar una nueva Ley de Tierras que ponga freno a la extranjerización de ese recurso estratégico.
Se afirman políticas de Estado que expresan cambios de fondo hacia el futuro y que serán difíciles de revertir para la derecha. La profundización del proyecto nacional es el signo de la nueva Argentina. Deberemos defenderla con organización y espíritu frentista, todos detrás de esa bandera de unidad popular que representa la compañera Cristina.
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