viernes, septiembre 16, 2011

ARGENTINA, GOLPE DEL 55: EL GOLPE DE ESTADO CON OLOR A PETROLEO QUE LIBERALES AUN QUIEREN OLVIDAR , POR ADOLFO ROCASALBAS.

Buenos Aires, 15 de septiembre 2011 (Télam, por Adolfo Rocasalbas). El 16 de septiembre de 1955, casi copia fiel de los trágicos hechos de junio de ese año, comenzó el ataque armado contra un Gobierno reelecto en 1951 por casi el 70 por ciento de los votos.
Una alianza doméstica y foránea contra el país y su pueblo, que en aquel junio no dudó en bombardear la Plaza de Mayo y huir luego a Uruguay, se alzó en armas hace exactamente 56 años para destruir la obra de reconstrucción económico-social de una década.
Solo siete días después -el 23- sus consecuencias fueron la conculcación de derechos civiles y políticos, pobreza y desempleo alarmantes, torturas, fusilamientos y derrumbe económico.
Fue un golpe armado contrarrevolucionario financiado desde el exterior a partir de la pretensión británica de apoderarse de la producción del petróleo argentino y no muy distinto de aquel que permitió la caída del premier persa Mohammed Mossadegh.
La marina de guerra, comandada por Aníbal Olivieri -quien dos días antes "se enfermó" e internó en el Hospital Naval a la espera del desarrollo de los hechos-, actuó como simple Caballo de Troya por su odio antiperonista y "sirvió" a la embestida, cuyo objetivo fue detener la continuidad del sostenido desarrollo industrial.
¿Quiénes eran los hombres que, desde hacía años, azuzaban el supuesto conflicto Iglesia-Estado para provocar el derrumbe?
Un mensaje de la Real y Soberana Logia de Londres, firmado por el Gran Maestro Hermano 33 -un príncipe inglés- ordenó a los "hermanos" del Gran Oriente de Buenos Aires adoptar "una línea de conducta particular en el tratamiento de la ley de divorcio y en el debate de la norma sobre enseñanza religiosa" en las escuelas.
También recomendó profundizar "la campaña contra la Iglesia y sus prelados para lograr su total separación del Estado"; evitar "una alianza de los trabajadores con los católicos"; fomentar la aparición de instituciones religiosas "de carácter privado" y sustraer al Estado "la administración del recurso petrolífero". 
 
Por los servicios prestados, el capitán de navío Arturo Rial fue nombrado Gran Inquisidor y Supremo Maestro del Gran Oriente de Buenos Aires; el contraalmirante Isaac Rojas -"un cacho de carne con ojos", según lo definió Juan Perón- Gran Arquitecto, y el capitán de navío Mario Robbio Gran Inspector de la orden masónica.
El capitán Alberto Patrón Laplacette, el capitán de fragata Aldo Molinari y los generales Emilio de Vedia y Mitre y Arturo Osorio Arana fueron designados Guardianes del Gran Secreto y, el capitán de navío José Dellepiane, Gran Custodio de la Libertad y de la Fraternidad, aunque el inspirador del golpe fue Rial.
Este fue luego aconsejado en el plano político por los radicales unionistas Silvano Santander y Miguel Angel Zavala Ortiz. Rojas no fue el inspirador. Entonces tan solo era jefe de la flota fluvial.
El bombardeo de la Casa Rosada y sus adyacencias el 16 de junio, donde se arrojaron 14 toneladas de bombas, provocando centenares de muertos y heridos inocentes, había comenzado alrededor de las 12.45 con el preciso y excluyente objetivo de asesinar a Perón.
Triste hazaña. Fue la primera vez en la historia que una Fuerza Aérea -en este caso naval- bombardeó a su propio pueblo.
La excusa, continuada a partir del 16 de septiembre y concluida con el derrocamiento el día 23 para pulverizar el sistema de justicia social, soberanía política e independencia económica instaurado diez años antes, se asentó en fomentar el supuesto conflicto Iglesia-Estado, que el gobierno sostenía con algunos prelados que oficiaban como "políticos" y no con la institución.
El objetivo fue transformar ese "conflicto" para presentarlo como "una insalvable contradicción" entre peronismo y catolicismo y, por lo tanto, hasta se requirió la intervención del Vaticano.
El Perón político en su momento se enfrentó a algunos prelados tan políticos como él por cuestiones en un todo ajenas a la fe, lo que fue exacerbado y publicitado a mansalva por la oposición.
Idéntica "estrategia" utilizó Lawrence de Arabia, quien no dudó en movilizar a las sectas religiosas en su apoyo para ejecutar las acciones políticas que permitiesen al Reino Unido el control y explotación total de un territorio demasiado rico en petróleo.
El siglo XX fue definido en su momento como "el de la apostasía" y, en ese marco, no existió una sola revolución en el continente americano -México, Brasil, Bolivia, Guatemala, Colombia, entre otros países- en la que la religión no haya intervenido.
Perón reimplantó la enseñanza religiosa escolar -que, hacia 1954, no era ya religiosa sino política por obra de esos prelados- y, el 15 de diciembre de 1945, había sostenido de forma clara que su iniciativa social se inspiraría en "las encíclicas papales".
Más aún, en ocasión del viaje realizado por Eva Perón a Europa, en 1947, el propio Pontífice le concedió al Jefe de Estado argentino a través de su mujer la Gran Cruz Plana.
En la difusión de la diatriba política escolar, la base era de forma básica antigubernamental y antiperonista, lo que se explicó exclusivamente en la legislación justicialista sobre la materia.
No ha existido un país en el que simplemente la sanción del divorcio haya producido una criminal revolución, que no dudó incluso y de manera fundamental en ametrallar al propio pueblo.
Los prelados se crisparon aún más cuando se sancionó la ley que reconoció a hijos adulterinos y naturales y la de "profilaxis", que autorizó el ejercicio de la prostitución. Hasta en los Estados Pontificios existieron normas de regulación del meretricio. 
 
Así, el peronismo autorizó lo que de hecho existió siempre, es decir, las llamadas "casas de tolerancia", aunque en determinadas zonas y con libreta sanitaria vigente y revisación periódica.
Ello terminó de encolerizar a los cardenales Santiago Coopello y Antonio Caggiano. Sin embargo, enmudecieron cuando el ministro de Salud Pública, Ramón Carrillo, les requirió: "Pero, Eminencias, ¿olvidan acaso que ello existía hasta en los Estados Pontificios?"
La supuesta "tragedia religiosa" de los cardenales ante el avance de la legislación justicialista escondió, en verdad, una alianza contranatura con lo foráneo por el dominio de la riqueza nacional. (Télam)
 
ar-hos-rl

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