lunes, agosto 23, 2010

"LA SEMILLA", POR DANTE LÓPEZ FORESI:

La semilla
Por Dante López Foresi (Nota Editorial de nuestra próxima edición de Periódico EL VIGÍA)
(Diario EL VIGÍA) - Hasta no hace demasiado tiempo, un pensamiento común y habitual en los argentinos adultos era "no puede ser que le dejemos este mundo a nuestros hijos". Ese sentimiento culpógeno habitaba en las almas de cada madre y de cada padre, perforando el vínculo filial dolorosamente. Llenábamos los oídos de nuestros hijos con las mismas frases hechas con las cuales los candidatos prometían paraísos ingenuos y nuestros discursos de la juventud, cargados de utopías y sueños cristalinos, ya no nos servían ante nuestra descendencia.
Cada valor que quisiéramos transmitirles, era desautorizado con una sonrisa comprensiva y burlona por parte de ellos: "¿y vos qué hiciste para que el mundo fuera mejor? Pregunta que taladraba el alma. Y que terminaba la sobremesa y nos dejaba peleados con nuestros recuerdos. Pero, debo reconocer, que esta nota de opinión nació cuando "me descubrí" diciéndole a mis hijas la siguiente frase: "nosotros hicimos lo que mejor pudimos y ahora les dejamos semillas sembradas; ahora les toca a ustedes cosechar y ser mejores que nosotros". Y debo confesar que cuando terminé de verbalizar esa frase, me sorprendí hasta el estremecimiento.
Pocas meses después, mi hija menor, a pocos días de cumplir sus 14 años, me enviaba una nota que, según me dijo después, "necesitaba escribirla después de ver toda la tarde TN y sus títulos". Hoy decidí publicarla en esta edición de Periódico EL VIGÍA, por varios motivos y no solamente por el orgullo que siento como padre.
Camila, de ella se trata, no está contaminada con las frustraciones y desencantos que los adultos sufrimos durante las últimas décadas. Al momento de escribir esas líneas no podía entender a ciencia cierta lo que aún para la mayoría de la sociedad es algo tan complejo. Por ejemplo, cómo se construyó un imperio de noticias, basado en un pacto para no informar sobre un genocidio, a cambio de Papel Prensa.
Menos aún puede entender lo que significa que las mismas personas que descontaron salarios y jubilaciones hace pocos años, ahora muestren una repentina sensibilidad para con los abuelos de Camila, pretendiendo un 82$ móvil, que dificultosamente pude explicarle a mi hija hace pocas horas. Su re pregunta fue: "pero Pá...si solamente se aplica en una país como Luxemburgo que es más chico que la provincia de Tucumán y donde la gente tiene plata, ¿por qué creen que en Argentina es posible? ¿Son tontos en los otros países del mundo?".
Esa simpleza y sentido común de un niño, que comparte con el otro extremo de la vida donde están los jubilados, fue lo que me decidió a publicar la nota de Camila. Escribió palabras desprovistas de mezquindades partidarias, electorales o corporativas. Los niños y los borrachos no mienten, dice un viejo proverbio de filosofía popular básica. Pero imagino que, así como mi hija pudo exteriorizar sus ideas y pensamientos, su propio hijo o hija -estimado lector- seguramente tiene mucho por decir.
No importa que piense igual o distinto que Camila. Poco importa la ideología de los padres. Lo importante es que la tengan. La influencia de cada palabra que mencionamos delante de nuestros hijos es inevitable. Suelen escuchar hasta los detalles que a nosotros mismos nos parecen menores. Pero también nos observan. Y comparan nuestros actos con lo que nos escucharon decir. Eso se llama, lisa y llanamente, Educación. Lo primordial es que nuestros hijos piensen, reflexionen, razonen y emitan sus ideas y opiniones. Y esa es nuestra tarea. En la escuela los chicos reciben instrucción. Aprenden datos. Pero la Educación es potestad de la familia.
El ejemplo de la palabra coherente con las acciones de los padres, construyen escalas de valores y principios que les brindarán a nuestros hijos la solidez humana como para construir una sociedad mejor. Vivimos tiempos maravillosos. Siéntase orgulloso de su hijo y no experimente esa culpa por el mundo que le dejamos. Esa limitación sólo habita en el universo de los adultos. Su hijo está pensando algo que lo va a sorprender. Déjelo volar. Déjelo expresar. Muéstrele varias campanas, y que ellos decidan cuál suena mejor. Ellos son los encargados de la cosecha.
Maravillosa misión que les dejamos, y que realizarán aún a pesar de que nosotros, con nuestras limitaciones de adultos, creamos que todo está perdido.
N de R: La nota aludida de Camila, en el siguiente enlace: http://www.agenciaelvigia.com.ar/anoticia1494.htm

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