miércoles, agosto 11, 2010

ENTREVISTA DE FIDEL CASTRO CON PERIODISTAS VENEZOLANOS/

Entrevista concedida por Fidel Castro a destacados periodistas venezolanos
Entrevista concedida por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, a destacados periodistas venezolanos: Vanessa Davies, Andrés Izarra, Walter Martínez y Mario Silva, el 8 de agosto.
Granma | Hoy a las 12:59 | 514 lecturas | 5 comentarios
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Entrevista concedida por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, a destacados periodistas venezolanos: Vanessa Davies, Andrés Izarra, Walter Martínez y Mario Silva, el 8 de agosto de 2010, "Año 52 de la Revolución"
Vanessa Davies.— Saludamos al pueblo de Venezuela, al pueblo de Cuba y al pueblo de América Latina que nos va a acompañar a partir de este momento. 
 
El Comandante Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana y líder continental ha hecho algunas reflexiones y algunas advertencias sobre la posibilidad de un holocausto nuclear. Hoy tendremos la oportunidad de compartir sus planteamientos y sus propuestas.
 
Esta va a ser una conversación a varias manos, porque también estarán presentes, estarán participando: Andrés Izarra, presidente de Telesur; Walter Martínez, productor, moderador, conductor del programa Dossier, trasmitido por Telesur y por Venezolana de Televisión, y Mario Silva, también productor, moderador, conductor del programa La Hojilla, trasmitido por Venezolana de Televisión.
 
Comandante, muchísimas gracias por la invitación y por esta oportunidad.
Comandante, usted ayer planteaba en la sesión especial del Parlamento cubano que usted quería persuadir al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para que no diera la orden que daría el inicio, daría el pie a una guerra nuclear. ¿Por qué usted piensa que Barack Obama escucharía la voz de un líder latinoamericano para evitar un conflicto mundial?
 
Fidel Castro.—Yo no hablé como un líder latinoamericano, hablé como un representante de nuestro país que ha estado insistiendo en ese problema, y, sobre todo, que ha estado meditando mucho, mucho, mucho sobre ese problema, algo que quizás mi situación de persona que ha estado luchando por la salud ha tenido oportunidad de hacer, pues es muy difícil que alguien, un presidente en funciones, un líder de cualquier país en funciones, que debe atender tantas cosas, pueda dedicar el tiempo que yo he dedicado a pensar en este problema. En muchos problemas he pensado, desde luego, pero este es el problema que tiene la máxima prioridad.
 
Como expliqué en el mensaje a la Asamblea, esto surgió hace un mes y un día o dos, la gran preocupación; pero inicialmente era un poco más pesimista. A pesar de todo, pensaba que debía hacerse un esfuerzo si existía alguna posibilidad de supervivencia, y yo creía que la habría, especialmente en América Latina y el Caribe, que no amenazan a nadie, no poseen armas nucleares ni se supone que haya proyectiles apuntando hacia Rusia o hacia China. Tiene algunas bases, bueno, allí está una base cerca de Venezuela, la de los holandeses, ¿no? La de Colombia tiene aviones, no tiene armas nucleares, no hay un portaaviones parqueado allí, cuando vaya a Cartagena un portaaviones, puede correr un riesgo; pero creo que tiene que ser una casualidad, en primer lugar, y siempre habrá otros objetivos prioritarios, en el caso hipotético, que yo veo muy real, desde luego, de guerra nuclear.
 
No creo que haya otra zona del mundo con las mismas condiciones de poca peligrosidad como potencial agresor que esta región del mundo.
Vanessa Davies.—Usted plantea que era menos optimista hace una semana y que ahora es más optimista ante la posibilidad de que Obama no dé la orden, ¿por qué?
Fidel Castro.—Sí, correcto, y yo te agradezco mucho que me interrumpas cada vez que quieras.
Vanessa Davies.—Gracias.
 
Fidel Castro.—Sí, era más pesimista. Después seguí pensando y llegué a una conclusión que, a mi juicio, es muy buena, es todo lo contrario: vi la posibilidad de que se salvara la paz, que se evitara la guerra nuclear, además, que es lo más importante, tú puedes ayudar a salvar la paz hoy, aunque dentro de un mes vuelva el peligro de guerra.
 
Yo dije, ¿cuáles son los mecanismos mediante los cuales se desata esta guerra nuclear? Entonces es cuando comprendí que tiene que pasar por la decisión de un hombre, cuyo poder es muy relativo por muchas razones.
Hay un enorme aparato militar sin el cual no puede existir el imperio, ese aparato militar ha ido cambiando, allí y en Rusia; en un momento dado, hace decenas de años y durante bastante tiempo, existía ya ese famoso maletín nuclear. Uno tiene derecho a preguntarse, bueno, ¿y para qué sirve ahora ese maletín? Se supone que el hombre razona bien, es perfecto, es brillante, es inteligente, no enloqueció, no bebió, es un hombre austero, consagrado por entero, que anda con su maletín listo para lanzar una bombita, otra, una respuesta aquí y así.
Eso fue en un tiempo, y realmente no fue bien aprovechado, por poco se equivoca en los días de la Crisis de Octubre sobre todo, porque hay, desde luego, en las circunstancias de Cuba una experiencia. No es un grupo de aficionados que empiezan a hablar de problemas nucleares, sino hablamos desde un país que estuvo a punto de ser blanco de no se sabe cuántas armas nucleares, y estuvimos resignados, sin que por ello pretendiéramos ser más valientes que otros. Sencillamente era un sentimiento patriótico, un sentimiento de dignidad nacional, fortalecido por una idea revolucionaria, por una lucha dura, en la cual habíamos puesto todas nuestras energías, en una situación de la que fue muy consciente, no queríamos tales proyectiles aquí, nunca lo habríamos deseado, porque preferíamos mantener nuestra imagen de país que no era base militar de nadie, y porque estimábamos que no hacía falta para que se nos ofreciera una garantía, y suscribimos aquel acuerdo únicamente por espíritu internacionalista.
 
No desearía tener que repetir la historia de cómo se llegó a aquella situación; pero por aquellos días tampoco Israel era potencia nuclear, eran potencias nucleares Gran Bretaña y Francia, aliadas de Estados Unidos, y la URSS —la República Popular China ni siquiera estaba reconocida en Naciones Unidas—, y entre aquellas potencias había una rivalidad muy grande, nacida de las dos bombas que en días infaustos, que se corresponden con fechas muy recientes, el día 6 nada menos, lanzaron la primera bomba nuclear sobre Hiroshima, y había una terrible competencia aérea, un área en la que tenía completa superioridad Estados Unidos; coheterilmente ocupaba un segundo lugar, en ella tenían superioridad los rusos; el arma nuclear se volvió arma termonuclear, que multiplicó su potencial destructivo.
Cuando ingleses y franceses apoyando a Israel atacaron a Egipto, bajo la dirección de Nasser que nacionalizó Suez, los británicos y los franceses que habían sido los dueños de todo aquel territorio en la época colonial, no admitían eso. Francia había tenido nada más que el Líbano; Reino Unido, o Gran Bretaña, como quieran llamarla, tenía todo lo demás, incluido Iraq. Ustedes saben, bueno, la historia se conoce, cómo los romanos expulsaron a los judíos, como les llamaban, y estuvieron 2 000 años, como consecuencia de las propias demandas, entre ellas de Rusia, y una serie de factores históricos, estaban buscando un hogar; pero en 2 000 años allí se había establecido otra población, que incluso estaba desde antes.
Bueno, la población que hay en nuestro país, desgraciadamente, no es la indígena, es la española, que se estableció hace 500 años.
 
Vanessa Davies.—Comandante, pero no nos ha dicho por qué es optimista ahora con respecto a Estados Unidos, a la posibilidad de que no se dé la orden para una bomba nuclear.
Fidel Castro.—Ah, muy bien, tienes razón, Vanessa, me alegro mucho que me interrumpas.
Fíjate, soy optimista por el mecanismo que te expliqué, trataba de explicarte que finalmente un hombre tiene que tomar la decisión, y ese hombre no es un Nixon, que era cínico; no es un ignorante terrible, como era Reagan; no es un imbécil loco, como es el señor Bush; no es un hipócrita consumado, como el padre de este caballero —yo podría citarlos a casi todos. Tampoco era, desde luego, un Roosevelt, ni era un Carter, dos hombres muy diferentes; pero en este caso uno mejor que los dos, en un sentido, ¡en un sentido!, no te voy a hablar de un sentido ético, sino vamos a llamarlo un caso de excepción, un hombre negro que llega a la presidencia de Estados Unidos, algo nunca visto ni previsto; siempre se consideró que tenía que ser un blanco inteligente, los otros eran descendientes de esclavos, eran africanos, además tenían otras religiones. Tenía que ser blanco y cristiano, sin excepción; bueno, Obama es cristiano, pero de origen africano, de padre musulmán, de un pueblo que es musulmán.
Digo: Se han reunido una serie de características en este hombre: es de origen negro y es de padres musulmanes, y ha llegado a la presidencia de Estados Unidos como consecuencia de una crisis económica colosal, de una guerra estúpida, en que no hacen más que llevar cadáveres de Iraq, muchos. Ya se sabe cómo fue aquella guerra, como se decidió, las mentiras, el hombre aquel en el portaaviones hablando de "misión cumplida". Todo eso lo conoce el mundo. En virtud de todos esos factores, incluida la tremenda crisis económica, llega a la presidencia Obama. Si llega a estar otro, la variante probable era la primera que yo concebí, pero al dar la casualidad de que estuviera éste, dije: la variante más probable es que sea la segunda.
Porque ahora yo pensaba —me refiero al maletín nuclear—: ¿Para qué sirve el maletín nuclear? El maletín nuclear está de más, el hombre puede tomar la primera decisión, nadie la podría tomar por él, y es él el que la tiene que tomar; pero se trata de un hombre que, indiscutiblemente, no es un asesino, no es un individuo que esté deseándoles el mal a los demás; es político, estudió, tiene una cultura, es un excelente orador, contó con mucha simpatía —la está perdiendo ahora—, hoy ascendía a 44% el apoyo de la opinión pública, está ahí y es el que tendría que apretar el gatillo.
 
Vanessa Davies.—¿Puede ese hombre imponerse a los intereses del aparato industrial-militar, Comandante, que quiere que haya guerra?
Fidel Castro.—Ahora me adelanto yo, Vanessa, no necesita imponerse, tiene esa prerrogativa en la mano... Nadie puede apretar el gatillo por su cuenta, y él es el que tiene el dedo en ese gatillo, por una vez; entonces está obligado a pensar muy seriamente qué hace, porque no es un asesino ni mucho menos. Y hay síntomas evidentes que empiezan a percibirse por parte de sus asesores. Él todavía no se ha dado cuenta de eso, pero uno lo conoce, yo leí el libro Los sueños de mi padre, escrito por él, de cabo a rabo, lo subrayé, volví a verlo, porque quería saber cómo era ese hombre; no había entonces ninguno de estos problemas, pero era un adversario y quería saber cómo era el adversario, lo estudié bien, hasta donde uno puede estudiar a una persona, y no tenía ninguna de esas características que lo convirtieran en un asesino, un tipo que experimentara placer, una especie de Nerón.
Las actuales circunstancias obligan a un hombre como Obama a convertirse en un Nerón, que le prende fuego a Roma, la pone a arder; él tendría que poner al mundo a arder, tendría que decidir, en primer lugar, la muerte de cientos de millones de personas; ¡son más!, pero yo dije cientos para no parecer exagerado. Y, además, la primera consecuencia de su orden es que mueren todos los tripulantes de los portaaviones y hunden los barcos de Estados Unidos en la zona, los submarinos los van a hundir pero no van a tener quien los rescate, o los lleve o los recoja cuando salgan a la superficie.
Mario Silva.—Comandante, yo diría, ahora hacia América Latina.
Usted decía ahora que a no ser que se estacione un portaaviones en el área del Pacífico, supongo, o en el Caribe, cerca de Colombia, para poder nutrir a las bases de mecanismos como para un ataque; sin embargo, en Costa Rica tenemos a 7 000 marines estacionados, hay un portaaviones y hay tropas allí, ¿no?
Fidel Castro.—Sí.
Mario Silva.—¿Podría ese conflicto girar hacia acá? ¿Podría irse hacia América Latina, caso específico, todos aquellos países en Latinoamérica, caso Venezuela, Ecuador, Bolivia, la misma Cuba?
Fidel Castro.—¿Volver qué?
Mario Silva.—O sea, ¿podría girar ese conflicto hacia acá, no como guerra nuclear pero sí como ataque a los países que están liberándose en América Latina?
Fidel Castro.—¿Ataque con qué armas?
Mario Silva.—Tienen 7 000 marines ahorita estacionados en Costa Rica.
Fidel Castro.—¿Con qué armas?
Mario Silva.—No, no, armas convencionales, no nucleares.
Fidel Castro.—¡Ah!, no, no hay problema.
Mario Silva.—Okey.
Fidel Castro.—La guerra se acaba antes de que lleguen; la guerra se acaba antes, los que van a contar son los proyectiles nucleares que se lancen unos a otros. ¿Qué sentido tendría que empezasen a hacer una guerra para ocupar Brasilia? Desaparece el poder antes, desaparece el orden, desaparece todo.
Mario Silva.—Yo no le decía con armas nucleares hacia acá, sino que giraran el conflicto hacia Latinoamérica con armas convencionales.
Fidel Castro.—Pero eso lleva tiempo, ¿cuántos días lleva, Mario? Si envían los transportadores de tropas, ¿cuántas horas tardan por rápido que vayan? Desembarcar, tomar posición, ocupar la ciudad, eso únicamente en la situación actual, sin guerra nuclear, tendría algún sentido. ¿Te das cuenta? En Irán la guerra se vuelve nuclear, desaparecen todas las causas que originan las intervenciones que conocemos hasta ahora, Mario.
Vanessa Davies.—¿Irán cambiaría su actitud? Es decir, ¿Irán bajaría la cabeza para aceptar las sanciones?
Fidel Castro.—Todo el mundo sabe que no.
Vanessa Davies.—¿Israel cambiaría de actitud?
Fidel Castro.—Israel es el único que no trataría de persuadir a Obama de que aguantara la guerra, porque es demasiado soberbio, muy prepotente, y entonces no le va a decir una palabra; lo más probable que haga..., bueno, si tiene tiempo, porque no se sabe lo que va a pasar allí; lo que hizo cuando Port Said, cuando junto a los franceses y a los ingleses atacaron a Nasser, que había nacionalizado el canal; entonces, a pesar de lo soberbios que son, siempre lo fueron, además temerarios pudiera decir..., ya más de una vez lo hicieron. Fue en la época de Cyrus, creo que en el año 70 antes de Cristo que puso cerco a Jerusalén y ordenó la expulsión de los judíos, como les llamaban.
De modo que, sin embargo, cuando el incidente de Port Said, Jruschov amenazó con los cohetes, no dijeron nada, ni protestaron, simplemente se retiraron con los otros y habían destruido los aviones egipcios de factura soviética alineados en la pista.
Nosotros aprendimos de aquella experiencia y nunca tuvimos los aviones en hilera. Cuando atacaron nuestras bases en Girón, nuestros aviones estaban desperdigados. No era cuestión de tenerlos en hilera. En Egipto, cual si fueran castillos de naipes, los aviones fueron barridos. Vanessa Davies.—Comandante, para darle la palabra a nuestro compañero Andrés Izarra y a Walter Martínez, quisiera preguntar algo más.
Usted plantea que potencias como Rusia y como China —lo dijo ayer— están haciendo lo imposible para evitar la guerra nuclear, y usted dijo que sabía que estaban haciendo gestiones concretas. Quisiéramos que nos contara qué gestiones, qué se está haciendo desde Rusia y desde China para evitar el conflicto nuclear.
Fidel Castro.—Si supiera mucho, no tendría derecho a decirlo. Sé lo que pienso y sé por síntomas concretos qué les preocupa, qué piensan. Es gente que desea la paz más que nadie, y están actuando.
Mira, yo te voy a citar un ejemplo. Cuando se dice ahora que Rusia está sufriendo una catástrofe, nadie lo duda, porque es una realidad que la está sufriendo, y están tomando un montón de medidas. Aquí no solo por lo que dice este sitio web Kaosenlared, sino por cosas que sabemos en concreto de la situación allí, que tienen 50 grados de temperatura. Que Moscú está en una situación seria, que el aire es irrespirable. La consigna es abandonar Moscú todo el que pueda, o no salir a la calle nadie.
"Esta catástrofe me recuerda las consecuencias del cambio climático que el autor del documental Home, Yann Arthus-Bertrand, el más prestigioso especialista sobre el tema, mostró con el apoyo de los mejores especialistas del mundo en ese documental."
Y nosotros sabemos, porque hemos ofrecido cooperación. ¿Qué cooperación podemos brindar? Bueno, tenemos brigadas médicas. Si piden 100 médicos, si piden 300, se los podemos enviar, porque afortunadamente nuestro país cuenta con esa gente que se ha preparado a lo largo de muchos años, y sabemos lo que desean. Desean, en cuanto se pueda, ir enviando a los pilotos de aviones y helicópteros y a los que están haciendo los mayores esfuerzos en la crisis, para que tengan un descanso, y después irlos renovando. No les interesa, con toda razón, ayuda médica ahora.
Nosotros sabemos todo lo que está pasando allí, y resulta lógico lo que están haciendo.
No tenemos necesidad de registrar los archivos de los líderes de esos países para saber lo que están haciendo, Vanessa. Es por eso que digo de esa forma y respondo a tu pregunta.
Andrés Izarra.—Comandante, el rol de Rusia en todo este asunto, Rusia ha sido por su propia influencia sobre Irán, un país sobre el que muchas de las tensiones o la posibilidad de diferirla, ha pivoteado en torno a la acción de Rusia; sin embargo, públicamente ha manifestado, ha tenido posiciones en contra de Irán y la posesión de armas atómicas por parte de Irán, incluso anunciando sanciones. ¿Cómo ve usted esto y cómo ve que puede ser el rol de Rusia ante esta posición un poco ambigua para disuadir un conflicto atómico?
Fidel Castro.—Mira, nada es justo desde el momento en que un grupo de países tiene el arma nuclear y le prohíbe a los demás y no quieren que la tengan, invocan una cosa importante: que no quieren que haya guerra nuclear, que no quieren que los demás posean armas nucleares; pero mientras sostienen esa posición, fabrican todas las que pueden, sin límites, al extremo de que ya tienen, entre las dos grandes potencias, más de 18 000 armas nucleares; muchos miles sólo en Estados Unidos, estoy dejando un margen para Francia, para Gran Bretaña, para China, para Paquistán y para la India, asignándole por supuesto —como se conoce muy bien, y lo saben aquellos que en Noruega se dedican a esos temas— cientos de armas nucleares que tiene Israel; Estados Unidos contento, aplaudiendo y suministrándoles los aviones más modernos que existen, apoyándolos diplomáticamente, abasteciéndolos con miles de millones de dólares en armas, porque es el mercado que endulza la vida, hace felices al complejo militar industrial que Eisenhower, inocentón, descubrió un día, cuando estaba próximo ya a abandonar la presidencia de la República. Muy inocente, pero preparó la invasioncita a Cuba en Girón y pidió que no dijeran nada. "Jure todo el mundo que no van a decir una palabra." Bueno, todos esos papeles después los publicaron, porque no pueden controlar ni siquiera los secretos.
Ya están en esa situación... Otro elemento más demostrativo de que no pueden controlar los secretos. Fíjate que un muchacho de la Inteligencia ha suministrado 240 000 documentos al grupo, y ahora lo quieren meter preso, que no pueden publicar eso, y de eso se ríen los otros.
Hoy mismo había un cable. ¿Cómo se llama el grupo ese?
Mario Silva.—WikiLeaks.
Fidel Castro.—WikiLeaks, que sí, que sí, que lo van a publicar, todo lo que saben lo van a publicar, y el Pentágono gritando: "No es posible, porque van a hacer un gran daño." Ya no pueden controlar ni los secretos.
Entonces, esa es la situación. Se le escapan del control todas las cosas que están haciendo.
Andrés Izarra.—Mirando un poco a la región, y dentro de este juego geopolítico, la situación entre Cuba y Estados Unidos. Usted ha anunciado la próxima liberación de los Cinco. Quisiéramos saber un poco, que abunde usted en esa dirección...
Fidel Castro.—¿El día, el día que los van a liberar?
Vanessa Davies.—¿Por qué lo dice?
Andrés Izarra.—...si puede usted ahondar en ese anuncio y luego qué significaría...
Fidel Castro.—Podemos poner nerviosos a los compañeros, no te digo... vaya, quizás con un error de 72 horas, es un margen; pero a uno no le gusta decirlo, porque se preocupan si uno declara algo de lo que va a pasar, porque pareciera que uno está haciendo el papel de adivino o algo así, y no hay ninguna adivinanza en esto, y por eso yo a la diputada le dije que una semana me parecía demasiado poco tiempo, y diciembre me parecía mucho tiempo. Podíamos decirle muchísimo tiempo, podríamos decirle: Bueno, pues casi tres veces o alrededor del tiempo que se necesita. Ahora deduzcan ustedes lo que prefieran de mis palabras.
Andrés Izarra.—¿Qué significaría eso para la relación Cuba-Estados Unidos? ¿Podríamos entrar en una nueva etapa? ¿Pudiera ser un primer paso para romper el bloqueo...?
Fidel Castro.—¿Nosotros? ¿Para qué? No me preocupo por eso, yo estoy olvidado de eso. ¿Para qué? Únicamente, bueno si venden algo, mientras valga algo... pero esa no es tarea mía. Lo mío es decir las cosas y los acontecimientos para que cada cual decida.
 
Tú debes comprender que los compañeros no son gente que tú los vas a llevar del dedo o de la mano a hacer las cosas, y lo que yo quiero es que piensen, y creo que estamos avanzando muchísimo en eso; pero no solo que piensen los compañeros nuestros, los de ustedes también, es muy bueno que los de ustedes piensen, no solo los compañeros venezolanos, sino que todos los que se reúnen allí piensen. Los que forman parte del ALBA, del MERCOSUR y de todo que piensen, no les pido nada, no critico a nadie, ni siquiera al nuevo Presidente de Colombia, que tiene el mando ahora.
Ayer escuché su discurso muy devotamente, cada palabra que pronunció, más o menos una hora y diez minutos, hasta la última palabrita. Cada hijo, la señora, yo estaba contento viendo lo feliz que estaba la señora diciendo que ahora sí. Pareciera que empieza la historia; pero, bueno, lo escuché todo, y los escuché a todos.
Andrés Izarra.—Una última pregunta, Comandante, antes de pasarle la palabra a Walter, ya que usted menciona el tema de Colombia, y un poco atando lo que dice Mario.
Fidel Castro.—Incidentalmente, ¿sabe?
Andrés Izarra.—Sin llegar a los puntos de ebullición de dos zonas geopolíticas a que usted ha hecho referencia, el asunto de las Coreas y el asunto del Medio Oriente.
Recientemente en Suramérica hemos tenido unos niveles de tensión importantes y se ha destacado en varias oportunidades el rol de Colombia como el Israel de América. Esas tensiones que se vivieron y que de alguna forma siguen, porque las relaciones entre Colombia y Venezuela siguen rotas, ¿qué opinión le merece a usted esta situación? ¿Qué análisis hace usted de este rol que está cumpliendo Colombia y de estas tensiones que están surgiendo en Suramérica, a raíz de ese rol de un gobierno militarista, guerrerista que tenemos en la región?
Fidel Castro.—Yo opiné sobre todo eso, lo escribí en las reflexiones.
Andrés Izarra.—Usted tiene un libro sobre eso, incluso.
Fidel Castro.—El libro "La paz en Colombia" fue muy inicialmente, me costaba mucho más trabajo hacerlo todo, porque yo salí de una situación de mucha gravedad, no creí que iba a recuperarme. Bueno, entre otras cosas, para darte una idea, tenía el accidente, para volver a escribir yo tuve casi que aprender a escribir otra vez, y cuando escribía, volvía a arreglar. Una dedicatoria casi no la podía hacer, ya no era solo el brazo, yo estaba aprendiendo a escribir casi, sino que volvía a repetir, porque queda el trauma, qué tiempo estuvo uno sin conocimiento; en fin, pero tuve que hacer grandes esfuerzos, y por aquellos días escribí y dije algunas cosas, hice un poco la historia de Centroamérica, del movimiento revolucionario.
Me acordaba mucho de Tarek William Saab, de allá de Anzoátegui, que venía, que estuvo en Paquistán, que visitó nuestra brigada, y había leído con indignación cómo se quejaba de que los yankis le habían enviado a Villalobos, que estudió en la Universidad de Oxford nada menos, era el revolucionario. Todo eso se asocia con la muerte de un poeta, un gran poeta allá, que cuando lo acusaban de eso a uno le parecían calumnias, mentiras de las tantas que dicen.
Bueno, cuántas horas dediqué yo a ese problema de El Salvador y a la lucha en El Salvador, y a cada uno de los combates aquellos; y en las transferencias de tecnología de Viet Nam, cómo era entrenada la gente que penetraba en grupitos de hombres, cómo es que un puñado de combatientes liquidaron una brigada completa en Valparaíso, una brigada completa, y a la hora en que hicieron todo eso. Es decir, estaba familiarizado, y no era poco mi asombro cuando vi que le estaban enviando a Venezuela, a la Revolución Venezolana, a un gobernador de uno de los estados más ricos de Venezuela, un asesor para que le dijera cómo había que gobernar. En esos días yo estaba recuperándome, hice un esfuerzo. Nunca estuve de acuerdo con los prisioneros que retenían meses y años, tenían que sufrir mucho aquellos hombres cautivos.
Estaba de acuerdo totalmente con las aspiraciones de Marulanda, que era un revolucionario verdadero, un hombre que quería cambiar aquella situación, es una historia que se conoce muy bien. Está el historiador Alape, un magnífico historiador, yo lo conocía muy bien, sabía de eso, de todo; en fin, los personajes de aquella época yo los conocía y conocía sus políticas, además, eran partidarios de la paz y de la unidad; pero les mataron mucha gente.
Eran del partido comunista, se separaron los de Marulanda y se separaron porque defendiendo la paz el partido comunista los llevó a compromisos que la oligarquía no cumplió, le mataron miles de cuadros. Entonces Marulanda reacciona y dice que nunca más discutiría con esa oligarquía, que era tiempo perdido, y yo lo defendí; pero no podía estar de acuerdo con los prisioneros aquellos y que estuvieran pidiendo rescate por ellos, porque en el libro de La victoria estratégica —eso salió publicado hace unos días— se puede demostrar cuál fue nuestra política de guerra y nosotros ganamos la guerra por nuestra política, no por nuestra fuerza. Nuestra fuerza era insignificante, pero no se sabe lo que puede una fuerza insignificante apoyada en la moral y en la razón.
¿Cuántas armas tenía Batista? Tenía 100 000. ¿Cuántos hombres? Cien mil hombres, entre soldados, marinos, policías, etc. ¿Quién los suministraba?

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