miércoles, agosto 04, 2010

"El 82% o cuando quieren corrernos por izquierda", por Marcelo Koenig /////

GENTILEZA, AGENCIA PACO URONDO:



Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en Revista Oveja Negra) La estrategia destituyente de la reacción ha fracasado. Se habían envalentonado. Primero con la traición de Cobos (y la defección no menos importante de muchos de los diputados y senadores que habían entrado en las listas del peronismo). 

Después con la victoria electoral del 28 de junio, en la que si bien todos los partidos opositores no lograron consolidar una mayoría, lograron infringirle a Kirchner un traspié electoral. A partir de ese momento los sectores económicos concentrados tomaron la estrategia de agotar al proceso político abierto en 2003. “Nadie aguanta tres tapas de Clarín seguidas”, se escuchaba decir. Pensaron que se comían a los Kirchner de un sólo bocado.


Se equivocaron. Todos los presidentes desde el '83 hasta acá, una vez que aparecía la posibilidad del ocaso de su estrella, lo que trataron de hacer fue la mayor cantidad de concesiones al establishment. La lectura que todos hicieron fue que la pérdida de legitimidad estaba relacionada con no haber respondido satisfactoriamente a las exigencias de los poderes vigentes. Néstor y Cristina, en cambio, hicieron la lectura contraria. Consideraron que la derrota se debía mucho más a no haber profundizado el modelo avanzando sobre los privilegios, que por no haber hecho suficientes concesiones. Y actuaron consecuentemente con este pensamiento. Nacionalización de las AFJP, un duro golpe a la patria financiera; ley de medios, un cachetazo a los gorilopolios mediáticos; asignación universal, un tiro claro para el lado de la justicia, etc. Recuperando la iniciativa política y apelando a la movilización de la conciencia de la sociedad, lograron vencer la estrategia destituyente. La impresionante convocatoria del bicentenario fue la partida de defunción de la estrategia de aquellos que querían construir un clima tal que se hiciera irrespirable e insostenible y que se plasmara en una entrega anticipada del poder. Como frutilla del postre vino el matrimonio igualitario, donde se demostró una vez más que las mayorías relativas en el congreso están condicionadas por la temática específica.

Pero tampoco hay que caer en lecturas apresuradas ni exitismo. Las derrotas en las batallas del 2009 no fueron definitivas. Tampoco lo fueron las batallas ganadas a partir de aquel entonces. En una guerra, las victorias estratégicas se construyen en el tiempo. Las fuerzas reaccionarias también lo saben por eso han sustituido la estrategia destituyente por una de estrategia de desgaste. Para eso, no solamente van a continuar fuertemente con los golpes constantes que descargan sobre el gobierno desde los oligopolios mediáticos sino que también están dispuestos a otras tácticas. Desgastar por izquierda y por derecha. Reproducir la cuestión de la seguridad hasta el hartazgo, subrayar hechos de corrupción o inventar cancillerías paralelas, todo está permitido. Aunque, quizás, la estratagema más novedosa sea la planteada respecto del 82% móvil de los haberes jubilatorios.

La cuestión es clara; aprovechar que la oposición tiene una pata centroizquierdista (pinosolanismo) que le es funcional y tomar algunas de sus banderas para correr al gobierno por izquierda. Por eso se produce la contradicción que los mismos sujetos que mantuvieron a los jubilados con ingresos de hambre (durante el menemismo) o que recortaron el 13% de los haberes jubilatorios (durante el gobierno del radicalismo) hoy se han transformado en adalides de la recuperación. La maniobra es enfrentar al kirchnerismo a sus propios límites. Un reclamo justo mezclado con medidas de desfinanciamiento, para hacer entrar en crisis a una economía que sólidamente superó los vientos internacionales y que en su muestra de vitalidad encuentra una de las fortalezas del repunte de Kirchner en la consideración general. Las respuestas a estos nuevos desafíos planteados por la oposición no son tan simples como cuando embaten por derecha pidiendo represión o restricción de libertades.

Desde los sectores más conservadores del gobierno empiezan a hacer cuentas y marcar la imposibilidad de cumplir con el reclamo del 82%. Empezarán hablando de todos los aumentos que se fueron dando, -sobre todo en la jubilación mínima que casi se quintuplicó en estos años - durante los últimos años. Todos avances, por cierto. También echando mano de los argumentos parecidos a los liberales y desarrollistas de otros tiempos nos mostrarán que el Estado no está en condiciones de hacerse cargo de una deuda de carácter permanente que implica miles de millones de pesos, lo cual generaría un déficit impresionante. Son argumentos atendibles sobretodo si tenemos en consideración que junto con el paquete de leyes propulsada por la oposición, no sólo está el aumento a los jubilados sino también la supresión de las retenciones y otras reducciones de impuestos desfinanciando al Estado. Todas estas cuentas son fáciles de hacer. Desnudan la maniobra de una oposición política oportunista, pero no alcanzan.

Es cierto que cuando se estableció el 82% (medida que sólo se cumple en Luxemburgo en todo el mundo) la cantidad de personas activas por cada pasivo era mucho más grande, contando además con una tasa de sobrevida mucho mayor en aquel entonces que hoy. Es cierto que los recursos que recauda el Anses no alcanza hoy a pagar ese 82% sea donde fuere que se lo considere. Sin embargo, que la jubilación alcance niveles de dignidad, que esos ingresos sean volcados en el mercado interno activando incluso la economía doméstica, no deja de ser una cuestión de estricta justicia. Esa sí que este reclamo nos enfrenta a un desafío. Particularmente a nosotros –a todos los que conformamos la tendencia revolucionaria de este proceso- y también al gobierno. Su rechazo lizo y llano sin duda no haría más que mellar la legitimidad de nuestro gobierno. Jamás las cuentas que no cierran fueron nuestras excusas. 

Por eso es tan interesante la maniobra de aquellos que jamás cumplieron siendo gobierno ninguna de estas medidas. Pero eso no puede ser una justificación para nosotros. Tenemos que ser capaces de poner sobre la mesa una respuesta correcta a un reclamo justo. Nosotros creemos que es cierto que no pueden ser financiados estos aumentos sobre la espalda de los trabajadores activos, pero que la sociedad en su conjunto debe determinar de dónde pueden salir los fondos para cumplimentarla.

¿Un aumento de las cargas patronales? ¿Un aumento al porcentaje de la renta extraordinaria de la exportación de comoditys, en especial de la soja? Las posibilidades son diversas, pero debemos estar dispuestos a discutirlos privilegios, la distribución de la riqueza, en definitiva, cómo se reparte la torta en este país. La llave para la respuesta de estas cuestiones, tanto como todas aquellas que se tiren para desbordar por izquierda al gobierno están en manos del propio kirchnerismo. Estamos convencidos que sin afectar la estructura de la propiedad y la riqueza será no solamente casi imposible atender a las pretensiones de los jubilados sino en su conjunto a las reivindicaciones de las mayorías populares. ¿Se animará la oposición conservadora a discutir estos temas? ¿Se animarán a avanzar por estos caminos aquellos que se aferran a sus sillones sin alterar el status quo? ¿Se animará la tecnocracia enquistada en el Estado a plantear que esto es sólo una cuestión de correcta aplicación de saberes académicos?

Para lograr éste y otros cambios se hace imprescindible construir correlaciones de fuerza favorables al Pueblo. Es tan iluso pensar que esta correlación se construye juntando los votos reaccionarios por conveniencia en el Congreso como hacen Solanas y Lozano, como pensar que se trata de una cuestión imposible. Evita nos enseñó a erradicar de nuestro diccionario la esa palabra. Sabemos que lo imposible sólo tarda un poco más. Queremos y necesitamos ir construyendo la fuerza popular organizada para derrotar a los sectores del privilegio. Una Patria más justa asoma en el horizonte para volver a desplegarse. Sin prisa pero sin pausa. ¿Tendrá la militancia nacional, popular y revolucionaria la altura suficiente para contribuir a consolidar un proyecto de mayorías? ¿podrá sin ser funcional a la estrategia de desgaste producirla mirada crítica necesaria para la profundización?

El desafío está planteado. Nuestra fortaleza es clara, nuestro Pueblo ha dado sobradas muestras de que cuando se lo convoca para las grandes epopeyas siempre está dispuesto. Hay muchos opinadores profesionales y politiqueros de café que creen que el Estado es una botonera en la cual si el funcionario es compañero y tiene el conocimiento técnico necesario entonces toca los botones correctos, y si en cambio es un gorila o un hijo de puta aprieta los botones equivocados. Nada más lejos de la realidad. En el Estado se condensan relaciones de poder social. Para hacer una transformación social, imprescindible para conquistar la justicia, es preciso empoderar al Pueblo. Pintar de cabecita negra el Estado. Hacer de las necesidades, derechos. Hacer de los derechos políticas públicas que los implementen. Incluir a los sectores popular esa no sólo ser parte del problema sino también a ser parte de la solución. En definitiva, estamos convencidos de que sólo en la medida en que seamos capaces de organizar una porción importante de nuestro Pueblo tras el proyecto nacional, por convicción y por interés material concreto, podremos seguir construyendo la Patria que soñamos. (Agencia Paco Urondo)

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