jueves, julio 08, 2010

¡Es la economía, idiota! Este mes se supone que entra en vigor la nueva ley de inmigración del Estado de Arizona que declara como delincuentes a los indocumentados. ////////////

RADIO NEDERLAND WERELDOMROEP / Web
06/07/10


Por Ana María Miralles C. (*)
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Estados Unidos debe solucionar democráticamente la situación de los inmigrantes
Rebanadas de Realidad - Radio Nederland, 06/07/10.- Ahora también según anunció el Miami Herald, las autoridades federales de inmigración tienen la capacidad de identificar en todo el estado de la Florida extranjeros que bien pudieran ser deportados luego de ser detenidos y transportados a cárceles condales bajo sospecha de haber cometido algún delito, entre los cuales que parecen contar también las infracciones de tránsito.
Escuche la entrevista con Ana María Miralles C.
Mucho se ha hablado sobre este asunto desde que en abril la gobernadora republicana del Estado promulgó la ley. Sin embargo, ante la cercanía de su puesta en escena, creo que es necesario seguir pensando en por qué la migración se volvió un problema. No siempre lo fue y el mejor ejemplo paradójicamente es Estados Unidos, un país de inmigrantes por excelencia. Solamente que los inmigrantes en su mayoría eran europeos y los actuales en su mayoría son hispanos.
La raíz de los movimientos migratorios actuales está en los problemas económicos, es decir, el problema no es la migración sino lo que la causa, pero obviamente esto no es objeto de debate. ¿Se habrán preguntado los que apoyan la ley de Arizona si los mexicanos, guatemaltecos salvadoreños se separan con gusto de sus familias y se desarraigan culturalmente por deporte? Si algo ha quedado claro es que este tipo de migración ocurre porque los modelos de desarrollo imperantes producen baja en la productividad y desempleo, además de formas denigrantes de subempleo. Así, estas personas son literalmente expulsadas del sistema económico y huyen a otros países en busca de mejores condiciones de vida, que en realidad es un acto de sobrevivencia para ellos y las familias que se quedan esperando sus remesas como tabla de salvación.
Lo mismo podría decirse de las personas que emigran de África hacia España, Italia o cualquier otro país europeo. ¿Cómo explicar que se arriesgue la vida en patéticas balsas por mar para pasar de África hacia territorio español? Muchos mueren en las travesías, como mueren mucho hispanos pasando a Estados Unidos. Evidentemente, no lo hacen por gusto sino por necesidad. Entonces ¿por qué no se discuten las condiciones económicas que los obligan a tomar esta decisión?
Los que apoyan leyes como la de Arizona, por su parte, también esgrimen argumentos de tipo económico. Sostienen que al retirar a los indocumentados, no habrá tanta sobrecarga en la atención escolar y en salud para los hijos de esos ahora denominados “delincuentes”. Incluso se ha llegado a extremos como el de un republicano aspirante a ser miembro de la Comisión de Regulación de Servicios públicos, en el sentido de que si llega a ser nombrado exigirá a las empresas prestadoras de esos servicios rastrear entre sus clientes quiénes son indocumentados y suspenderles el servicio, lo cual, dice, redundaría en tarifas más ventajosas para los legales. Y no sobra recordar al tristemente célebre sheriff del condado de Maricopa (Arizona), Joe Arpaio, que se adelantó a la ley haciendo redadas en los supermercados y en los sitios de trabajo es busca de indocumentados mucho antes de ser promulgada la ley.
No obstante, lo preocupante no es solamente la ley, sino las actitudes ciudadanas que puede provocar pues lo que promueve es una abierta discriminación, un permanente estado de sospecha frente al otro declarado como enemigo. Si la propia ley permite que los ciudadanos denuncien a los policías que no andan por ahí persiguiendo indocumentados, esto supone que se está pidiendo a una parte de la sociedad se ponga en contra de los inmigrantes.
El apoyo legal a actitudes discriminatorias es un paso más en la escalada posiciones antidemocráticas. Basta recordar los estudios sobre la prensa europea que ha hecho el teórico Teun Van Dijk, en lo que ha llamado el nuevo racismo. El ha demostrado que la prensa de prestigio muestra a los inmigrantes siempre a partir de una imagen negativa e identifica a los inmigrantes con delincuentes. En ese sentido se comprueba una vez más su tesis en el sentido de que lo que proporcionan las noticias más allá de los datos informativos, son las etiquetas y los estereotipos con los cuales se refieren a ciertos grupos sociales.
Por otra parte, no deja de ser contradictorio que cuanto más se reivindica la globalización se presenten estos movimientos contra el movimiento de las personas. La producción económica se puede globalizar, los mercados nacionales deben abrirse a los productos de fuera a partir de los tratados de libre comercio, pero el tránsito de personas es objeto de vigilancia. Eso habla muy claramente del tipo de sociedades que enfrentamos: libertad de movimiento para los productos pero no para las personas. Son las sociedades mercado-céntricas que dejan en un segundo o tercer plano al ser humano.
Afortunadamente el gobierno de Barack Obama se ha mostrado contrario tanto al espíritu como a la letra de esa ley y antes bien esto ha servido para que encuentre más argumentos con los cuales seguir promoviendo una nueva ley de inmigración a nivel nacional, asunto que no ha podido introducir hasta ahora en el Congreso. Esperamos muchos que pueda cumplir con esa promesa de campaña. Y afortunadamente hay una fuerte sociedad civil en muchos países que defienden la idea de una ciudadanía universal y que anclan sus luchas en la reivindicación de los derechos humanos y las libertades.
Pero esos movimientos estarán incompletos si no ponen en el debate público la verdadera causa de las migraciones: unas por razones de conflictos armados y otras, la mayoría, por causa de la expulsión de los ciudadanos de los patrones de desarrollo locales, pero promovidos internacionalmente. Habría que atizar el debate recordando la frase del asesor de la campaña presidencial de Bill Clinton en 1992, James Carville, “es la economía, estúpido”, pero esta vez aplicada a modo de crítica al modelo económico neoliberal.
(*) Profesora-investigadora Universidad Pontificia Bolivariana Medellín, Colombia
El presente material se edita en Rebanadas por gentileza de José Zepeda, Director del Departamento Latinoamericano de Radio Nederland / Web
Rebanadas de Realidad - Buenos Aires, Argentina
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