miércoles, junio 16, 2010

NO ESCUPAS EL ASADO


los argentinos volvemos a encontrarnos en un punto en común.  
Escribe Juan Montes.


Escupir el asado, una expresión muy argentina.

Ahora que los argentinos volvemos a encontrarnos en un punto en común: la ilusión en nuestra selección, una selección que todos, hasta hace no más de un mes, criticamos, enjuiciamos, descreímos, pero que en las últimas semanas comenzamos a ver con ojos de porqué no, quizás eufóricos porque después de ese gran encuentro nacional del 25 de Mayo sentimos que es posible el milagro de confiar en lo nuestro, vienen algunos agoreros a manchar la pelota.

En lugar de alimentar nuestra ilusión contándonos que los jugadores están bien, que Messi en los entrenamientos la está rompiendo, que el Diego está en su mejor momento, que quizás lleguemos a instancias de definición, en lugar de generar espacios de felicidad, andan buscando embarrar la cancha.

Los periodistas deportivos de canales, radios y diarios de alcance nacional parecen cronistas policiales. De este lado del agua hay cuarenta millones de personas ansiosas alentando con ilusión el juego de nuestros jugadores. De aquel lado una banda de cazadores de escándalos, de buscadores de mala onda, de promotores del fracaso.

En la última semana el espacio que ocuparon los 12 barrabravas extraditados fue abrumadoramente superior a las pequeñas coberturas de nuestra selección. ¿Qué quieren descubrir? ¿Ahora se dan cuenta que hay barrabravas?. Sobre el tema cito palabras de un periodista autorizado. Dijo Víctor Hugo Morales: “Los barrabravas existen en nuestro país hace treinta años, y los medios que manejaban hasta poco el negocio del fútbol, no solo no le daban la cobertura que ahora sí le dan sino que hasta comían asados con ellos”.

Pero los que estos medios creían imbéciles están empezando a hablar. Así como Esther Goris careó a Mariano Grondona y le dio un cross de mandíbula en el debate de la Ley de Medios, Heinze apuró a un notero de estos programas cómplices cuando quiso poner en boca “de la gente” -o sea nuestra-, críticas que no solo no venían al caso sino que jamás hicimos.

Otro notero entrevistó a un hincha allá en África, le hizo una pregunta muy deportiva: ¿Estás a favor de la Ley que no reprime el uso de la Marihuana? Sí, le respondió el sorprendido entrevistado. ¿Trajiste marihuana? No. Claro, al periodista le hubiera gustado que dijera que si, entonces nos hubieran tenido dos días titulando “Narcotraficantes apoyan a Maradona”.

Todo esto es muy poco serio.

Me da vergüenza ajena. Vergüenza como argentino. Vergüenza como periodista.

Pero ahora vamos al caso. No es casual que los refutadores de ilusiones pertenezcan a medios enfrentados al gobierno. No podrían tolerar una alegría más en las calles. No aguantarían otro obelisco lleno de banderas Argentinas. No serían capaces de reconocer que los argentinos queremos encontrarnos, estamos dispuestos a encontrarnos, estamos en condiciones de encontrarnos.

Yo podría entender esta actitud en Ernestina Herrera de Noble, que no pudo negociar con Cristina Fernández la legitimidad de sus hijos, podría evaluar la lógica de Biolcatti y Buzzi que no saben cómo explicarles a los pobres gringos que embaucaron en los piquetes que el Gobierno tenía razón con la 125, hasta podría entenderlo de Cobos que tiene ejercicio nato de traición y desparpajo, se lo toleraría a Carrio que con tal de ver caer a la presidenta es capaz de justificar el robo de bebés tras la matanza o desaparición de sus padres, se lo aguantaría al Pino Solanas que para asomarse por la tapia le pide a Grondona que le preste un banquito.

¿Pero un periodista raso convirtiéndose en ejecutor de estos intereses, aplicando la Ley de Obediencia Debida de los que nos les conviene este proyecto de país?

Me gustaría, por unos días nomás, que nos cuenten cosas lindas. Mentiritas piadosas que construyan, que se yo: que podemos ganar, que podemos llegar a la final, que en cuartos estamos seguro, que Tevez y el Kun y Messi nos van a sorprender, que Macherano está pleno.

Estamos por sentarnos a comer entre amigos un pedacito de ilusión. Las brasas están a punto. Hay vino y pan. Quizás cantemos también. Sentáte a comer con la gente. No le escupás el asado.

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